PROGRAMAS RADIALES - 25 de Febrero 2005

 

El 27 de Febrero de 1844 y la lucha de clases

 

Amigos de “Luz Más Luz” que hoy nos acompañan y a todos los que lo hacen por primera vez:

Cuando vimos el afán de conmemorar el aniversario 161 de la proclamación de la Independencia dominicana, al ser declarada la separación de la naciente República, que desde entonces se denominó Dominicana, del dominio que durante 22 años mantuvo la nación haitiana sobre el territorio de la nación Dominicana, el 27 de Febrero de 1844, con la exaltación de la bandera que hoy se proclama como oficial de esta República Dominicana, pero que no siempre ha sido esa; precisamente, celebrar la fecha de la Independencia poniendo de realce esa bandera con ese escudo, que ni la una ni el otro responden a los originales y auténticos del 27 de Febrero de 1844, en esas triquiñuelas que nos hace producir en el cerebro asociaciones y establecer vínculos, antes de que uno se haga consciente del por qué de esas asociaciones o vínculos, nos vino a la mente la expresión “un ladrón, un ladrón” que, en rauda carrera, vocifera este tipo de delincuente cuando pretende, al ser descubierto, escabullirse, dando a entender que persigue al ladrón, cuando en realidad el ladrón no es otro que él mismo.

¿Por qué destacar esa bandera con ese escudo, que dicho sea de paso, a esa bandera se le ha asignado un día específico en el año para conmemorarla, para celebrar este aniversario de la proclamación de Independencia por encima de la gesta en sí del 27 de Febrero? ¿Qué se pretende ocultar? ¿Por qué apelar al engaño?, sobre todo en momentos como los actuales en que, con la proclamada globalización y la reedición del viejo liberalismo, ambos en beneficio exclusivo de los dos grandes bloques de países capitalistas más desarrollados vigentes, dentro del ámbito de la sociología en general y de la sociología cultural en particular, emerge, como un crudo problema, la redefinición, dentro del nuevo contexto mundial histórico concreto resultante, de esas realidades conocidas como naciones y las nacionalidades.

En lo que compete a los dominicanos, el asunto éste de la ubicación de las naciones y nacionalidades y el interés que el mismo encierra dentro del nuevo contexto mundial que se deriva del neoliberalismo, que en realidad es el mismo viejo liberalismo pero que esta vez es reivindicado como instrumento operacional, no ya por los capitalistas de un país aislado o de dos o tres países, si no para convertir al mundo en el campo de sus luchas cruentas e incruentas, económicas y culturales, militares y políticas, etc., para ver quién obtiene los más grandes y suculentos beneficios en el orden monetario; decimos que, de todo esto, de la globalización, el neoliberalismo y del nuevo orden que de ellos se desprende, implica, gran importancia hasta de carácter singular o sui generis para la República Dominicana el asunto, porque, so pretexto de la defensa de los derechos humanos que esos mismos consorcios internacionales y sus países siempre han estado conspirando para que sean pisoteados, o diciendo que actúan en defensa de grupos abusados, o pretextando que lo hacen por la libertad religiosa, si no para evitar que siga la violencia y los torrenciales derramamientos de sangre, las grandes potencias capitalistas de la Unión Europea y EE.UU. y con la activa actuación de las iglesias cristianas tanto católica como protestantes, han venido imponiendo la aceptación, en la República Dominicana, de grandes contingentes de emigrantes ilegales haitianos para la posterior fusión de nuestra nación con Haití, en eras de repartirse con la cuchara grande los despojos de estas dos pequeñas naciones, como parte de su política mundial de aplastar naciones, destruyéndoles sus fronteras, creando nuevas, conforme los intereses de sus consorcios monopolistas y de estos grandes países desarrollados.

La pregunta obligada, entonces, es: ¿Qué se persigue hoy, realmente, con opacar la gesta del 27 de Febrero como aniversario de la proclamación de la Independencia de la República Dominicana que, sin lugar a dudas, esta fecha es el símbolo de la lucha de esta nación contra el expansionismo haitiano, base histórica y objetiva sobre la que se ha forjado esta nación, sobreponiéndole un llamado homenaje a la bandera?

 

La gesta del 27 de Febrero de 1844

Ha de saberse que los pueblos de El Seybo y San José de los Llanos, en la región Este del país, reivindican como la real fecha de la proclamación de la Independencia el 26 de Febrero de 1844, pues ese día, 26 de febrero, el día antes del 27, fue proclamada la República, libre e independiente, en El Seybo y Los Llanos. Es la confianza inspirada por los centenares de dominicanos provenientes de El Seybo y Los Llanos y otras poblaciones, que pone en marcha la insurrección de los habitantes de la ciudad de Santo Domingo, que culmina con la proclamación, en la Puerta de la Misericordia, de la separación definitiva de Haití y la creación de la República Dominicana, por el grupo encabezado por Sánchez, Mella, Bobadilla, los hermanos Puello, los Concha, etc. que no pasaban de un centenar de hombres, pero que, conjuntamente con los sublevados en San Carlos, entonces ciudad existente fuera de los muros del viejo Santo Domingo, con la presencia de otro centenar de hombres provenientes de San Cristóbal que estaban emboscados en el área de Güibia y los compromisos establecidos con los conjurados de Bayaguana, Monte Plata y Boyá, entre otros, aseguró el éxito del grito separatista de la noche del 27 de Febrero de 1844.

Este hecho, la amplia movilización popular que precedió al grito de Independencia, por sí solo da a entender, que el movimiento por la Independencia hasta su proclamación, y después de ella, fue el resultado de mucho esfuerzo de propaganda, agitación y organización. El resultado de un amplio trabajo político y de grandes esfuerzo y habilidad de las fuerzas patrióticas. Obligó a muchos compromisos o alianzas políticas entre partidarios de una separación de los opresores expansioncitas haitianos, que buscaban tan sólo cambiar el amo haitiano por una dominación francesa o española, y los jefes revolucionarios que, como Sánchez, eran partidarios de la independencia de toda potencia extranjera. De ahí el carácter colegiado de la Junta de gobierno que se formó al ser proclamada la naciente República.

Sin embargo, si se revisan ciertos textos sobre esta historia, textos todos que siguen siendo reconocidos como oficiales en las escuelas de este país para enseñarle a las nuevas generaciones la historia de su nación, de autores, como José Gabriel García, Bernardo Pichardo, Jacinto Gimbernard, Moya Pons, estos dos últimos contemporáneos, pero que tienen todos en común responder a los intereses de la iglesia cristiana católica, y a la vez, ser servidores de esta institución, que como el cristianismo mismo, nacieron del sistema esclavista para justificarlo, por lo que nunca pudieron ser, como no lo han sido ni lo serán, revolucionarios y siempre, desde su nacimiento, han estado, cristianismo e iglesia católica, como todas las demás sectas cristianas, al servicio de las clases explotadoras y no de los desposeídos; encontramos, que estos llamados historiadores, presentan el acontecimiento del 27 de Febrero de1844 como si hubiera sido lo que hoy se conoce como un simple “piquete” o tal vez  un “golpe de Estado”, al reducir el acontecimiento al disparo al aire del trabuco de Ramón Matías Mella en la Puerta de la Misericordia y la colocación de la bandera en la Puerta del Conde por Francisco del Rosario Sánchez, ocultando aviesamente la amplia movilización popular patriótica que realmente fue.

¿Qué persigue esta manipulación? ¿Por qué insistir en presentar el grito de Independencia como el resultado de la acción de un grupito que tuvo suerte de triunfar por pura casualidad o por milagro divino, quizás, que sería lo mismo? ¿Por qué presentarlo como una acción aislada, como un golpe de Estado de unos cuantos, dando a entender que la población se mantenía indiferente, cuando fue todo lo contrario?

Es evidente, que se quiere ocultar a las nuevas generaciones de dominicanos el arduo trabajo político que precedió a la amplia movilización popular, sostén del movimiento independentista desde el momento mismo de su proclamación, y luego, de todas las batallas y luchas que se libraron para sacar, definitivamente, del territorio dominicano a los haitianos. Este trabajo político entre los distintos estamentos de la población que se quiere soslayar, fue el que le dio el triunfo a una empresa de tanta envergadura como es la transformación de la historia de un pueblo como obra de ese mismo pueblo.

El historiador Vetillo Alfau Durán, por su parte, es de los que sostiene la tesis de que al ser proclamada la Independencia nacional, el 27 de Febrero de 1844, ya existía una bandera precisa y definida, lo que, independientemente de cómo fuera ésta, es un aval más a favor de que la proclamación de la República Dominicana no se trató de una casualidad, de un milagro o “chepa”, como llaman los dominicanos a los aciertos que se producen sin proponérselo o haber creado concientemente las condiciones para ello, de unos cuantos guapos; sino que se trató de un movimiento organizado, con propósitos y metas, y. para sostener sus planteamientos, recurre al testimonio directo de Francisco del Rosario Sánchez de que fue él y no otro quien plantara en la Puerta del Conde, hoy conocida como Baluarte Nacional, la bandera que habría de simbolizar la Independencia.

Y años después, en el 1861, el 20 de enero, estando deportado en Saint Thomas, este mismo Francisco del Rosario Sánchez, en el manifiesto que proclamara llamando a enfrentar la anexión a España perpetrada por los traidores a la naciente República encabezados por Pedro Santana, llamado, por cierto, que no fue secundado por sus aliados en la empresa de la Independencia declarada el 27 de febrero del ’44, es más, ni siquiera por Juan Pablo Duarte, insiste y dice Sánchez, en alta voz y sin jactancia: “yo soy la bandera nacional”. 

En cambio, este llamado y luego, el propio martirologio de Sánchez, al ser fusilado en El Cercado cuando cruzó con un grupo de hombres la frontera con Haití para organizar la lucha contra la anexión a la España negrera esclavista, sí tuvo eco en la población de mulatos y negros de la República Dominicana de entonces, la que no fue sorda ni indolente ante el llamado de Sánchez y desde un primer momento se lanzó a la lucha de resistencia contra el nuevo invasor europeo, movimiento que adquirió tanta fuerza que dos años después, las clases explotadoras, incluyendo a los que vendieron la nueva nación a la opresión colonial española, presionados además por su exclusión del tren gubernamental y la eliminación, incluso para ellos, de la libertad de prensa, de asociación, de libre comercio, por parte de la España negrera colonialista, se incorporaron al movimiento por la Restauración de la Independencia perdida. Este llamado Movimiento Restaurador culminó con la derrota humillante de España, quien abandonó definitivamente el territorio en el año 1865. Es el carácter popular y no de élite del Movimiento Restaurador lo que determina que las clases explotadoras se vieran en la obligación de aceptar como generales del ejército Restaurador a numerosos negros, entre ellos Gregorio Luperón héroe de esta gesta.

¿A quienes, realmente, representaba Sánchez?

 

Francisco del Rosario Sánchez

Francisco del Rosario Sánchez era hijo de la negra esclava Olaya del Rosario y del hijo de esclavos Narciso Sánchez Ramona, quien tenía este segundo apellido “Ramona” porque su madre, esclava, llamada Ramona, por ser esclava, no tenía apellido. Francisco del Rosario Sánchez sabía que el retorno al colonialismo español era el retorno a la esclavitud de los negros y al saqueo y pillaje colonial de España.

Debe saberse que para que la palabra Independencia no significara para los negros y mulatos el retorno al esclavismo, fue necesario que el frente político separatista anti-haitiano reconociera en Sánchez al jefe político de los negros y mulatos criollos que venían luchando por la libertad desde muchos años antes que se produjera la invasión haitiana, desde los años en que, bajo el colonialismo español, ellos eran esclavos, mientras otros miembros del frente separatista formaban parte de la clase explotadora y opresora esclavista, como sería el caso del comerciante español Juan José Duarte, padre de Juan Pablo Duarte; y luchando contra los haitianos, puede decirse, desde el momento mismo que se produjera la invasión de éstos, que proclamaron la abolición de la esclavitud en el territorio dominicano, pero en los hechos se trató de una abolición de la esclavitud privilegiada para el ejercicio exclusivo de los haitianos. Los negros y mulatos criollos, esclavos y descendientes de esclavos, constituían la gran mayoría de la población dominicana.

La expresión de Francisco del Rosario Sánchez “yo soy la bandera nacional” tiene, pues, todo un significado político concreto en torno a una nación, la nación Dominicana, donde existe en su seno explotadores y explotados y que en una lucha nacional como la librada contra Haití, España o Francia, los explotadores se veían en la necesidad de aceptar los reclamos políticos de los explotados, de los negros, como sería el caso de la abolición de la esclavitud, la igualdad de todos los dominicanos ante la ley, sin discriminación de color o fortuna, etc.

Sánchez al plantear que era “la bandera nacional” iba derecho al asunto fundamental de la unidad de la nación dominicana sobre la base de los acuerdos de reformas democráticas, indispensables para que haya nación. La nación es una reivindicación de la burguesía en su lucha contra la aristocracia feudal, contra los privilegios y trabas feudales a la libertad de comercio, contra la opresión colonial que impide el desarrollo de las fuerzas productivas, contra la opresión imperialista que violenta el derecho de las naciones a disponer libremente de sus recursos renovables y no renovables.

Narciso Sánchez, el padre de Francisco del Rosario Sánchez y dos tíos de éste, Andrés y María Trinidad Sánchez, eran reconocidos luchadores antiesclavistas.

Los Sánchez venían participando en la lucha antiesclavista desde muy jóvenes, desde la época en que José Leocadio, Pedro de Seda y Pedro Henríquez fueron juzgados y condenados por la justicia esclavista, en 1812, a la pena de muerte, después de atroces torturas, por encabezar un movimiento que reclamaba una serie de derechos democráticos. Estos héroes de la nacionalidad dominicana, que son ocultados con esmero por los historiadores apologistas del colonialismo español y la iglesia católica y repetidores de las fábulas y calumnias del oscurantismo religioso cristiano católico, tuvieron una muerte horrorosa: se les cortaron los pies y las manos y luego sus cabezas, que fueron exhibidas en jaulas colocadas en la entrada de la ciudad de Santo Domingo. El resto de sus cuerpos fue arrastrado por caballos y luego quemados en alquitrán en la plaza pública.

Los Sánchez participaron, igualmente, en el movimiento democrático que en 1820 reclamaba la abolición de la esclavitud apoyándose en la revolución democrática que en España había obligado al católico rey Fernando VII a respetar la Constitución democrática de 1812 y que, por otro lado, ordenaba cerrar los tribunales de la inquisición católica y decretó la expropiación de los bienes terrenales de la iglesia católica, incluyendo poner en libertad a los esclavos de las tierras y propiedades católicas en España y en el continente americano, lo que abarcaba, por supuesto, el país dominicano.

Luego de producirse la invasión haitiana de 1822, los Sánchez forman parte de la primera rebelión contra los invasores haitianos en 1824, conocida con el calificativo despectivo de Revolución de los Alcarrizos, con el objetivo de ocultar la lucha nacional que los negros y masas oprimidas en general llevaron a cabo contra los invasores haitianos desde el mismo principio de la invasión y  tratar de imponer la leyenda, porque no es otra cosa, de que fue Juan Pablo Duarte quien trajo de España y Europa, por primera vez, las ideas de libertad e independencia en el 1833.

Sin embargo, esta falacia de José Gabriel García, Bernardo Pichardo, los Gimbernard, los Moya Pons y otros amanuenses de la iglesia católica, se derrumba cuando ellos mismos se ven obligados a reconocer que Jacinto de la Concha y otros más del grupo político de jóvenes criollos, hijos de esclavistas y colonialistas españoles, visitaban la casa de Narciso Sánchez, y allí conocieron a Francisco, y que, después de numerosos intercambios de ideas, lo invitaron a que unieran sus fuerzas en la lucha contra la opresión haitiana. Ver Alcides García Lluberes, “Duarte y Otros Temas”, Duarte, Ravelo y la Bandera Dominicana, página 153.

 

Los derechos democráticos y el escudo dominicano

En la lucha por la separación de Haití y proclamación de la República Dominicana, sin lugar a dudas, se produjo un frente unido, una alianza de clase de todos los dominicanos contra un enemigo común. Por eso, por más que los historiógrafos oficiales traten de ocultar la realidad, la nación dominicana, como todo conglomerado social basado en la propiedad privada de los medios de producción, tiene en su seno a explotadores y explotados, a opresores y oprimidos y los llamados símbolos patrios no son ajenos a esta lucha de clase, sino que son el fruto de compromisos, acuerdos y pactos obligatorios entre contrarios, que en determinadas condiciones y circunstancias históricas se unen y se juntan de manera pasajera. Una vez derrotado el enemigo común ¿podían seguir siendo las mismas las aspiraciones de los esclavistas e hijos de esclavos, de los terratenientes e hijos de terratenientes que las de los amplios sectores de la población trabajadora, de esclavos negros y mulatos criollos o hijos de esclavos representados por Sánchez?

Por ejemplo, el 6 de noviembre de 1844 se proclama la Constitución de la nueva República, Constitución cuya redacción en el mismo año de 1844 es prueba fehaciente de que la proclamación de la separación de Haití, no fue simplemente el paso operativo del grito de Independencia el 27 de Febrero de 1844, que se perseguía la creación de una nueva República por parte de la mayoría de los nacionales dominicanos, una nueva República independiente y soberana, y fue la amplia movilización popular de negros y mulatos criollos que participaban en este proceso, la que no determinó que, en un primer momento, los sectores explotadores pro-colonialistas, que tan sólo querían sacar a los haitianos para entregar el país a una potencia esclavista europea que les garantizara el restablecimiento de la esclavitud, no lograron hacer abortar el proyecto de una nueva República independiente, pero lograron, en cambio, imponer una Constitución mediatizada, lo que marcó el inicio de su ofensiva que culminó con la anexión a España.

Por eso, el 6 de noviembre de 1844 se vota la Constitución y el 27 de febrero de 1845, tres meses y medio después, estos sectores, en cuyas filas siempre milita la iglesia católica y bajo su bendición, decidió el fusilamiento de María Trinidad Sánchez, porque ésta representaba el reclamo democrático del voto universal de todos los dominicanos, independientemente de su condición económica, rechazando lo establecido en esa Constitución del ‘44 que reservaba el derecho al voto a los propietarios, comerciantes y a los que poseían una profesión liberal.

En ese entonces, cuando existía el frente unido anti-haitiano, en el que se imponía la fuerza de la movilización popular, el escudo dominicano no tenía la supersticiosa y oscurantista biblia coronada con la infame cruz colocada en el centro de la bandera dominicana, porque la masa de negros y mulatos criollos, identificaban biblia y cruz e iglesia cristiana católica con el esclavismo, y jamás hubiese ido a combatir en su nombre ni junto a quienes enarbolaran en la lucha esos símbolos del esclavismo. El primer escudo dominicano en los inicios de 1844 tenía un sol naciente y un gorro frigio, símbolos de la libertad, como lo tiene el actual escudo argentino; y no tenía tampoco la palabra dios. Véase en este sentido el libro “Escudos dominicanos” por el general González, para que se verifique lo que estamos diciendo.

Escudo del 1844

Escudo del 1849

La cruz y la Biblia, como la palabra dios, fueron impuestas en el escudo por los sectores de las clases opresoras que trabajaban para vender el país a los colonialistas franceses o españoles,  y su inclusión fue la expresión de cómo fueron arrebatándole al negro y mulato criollo cada una de sus conquistas democráticas con la intención del restablecimiento definitivo de la esclavitud. Y tan es así, que el escudo de nuevo se modifica quitándole la biblia y la cruz durante la guerra restauradora en contra del invasor colonial español y que reivindicaba el regreso a la libertad de todo el pueblo dominicano sin distinción de raza o de fortuna y la independencia de toda potencia extrajera.


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