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12-03-06 Luz+Luz
¡Ya está bueno de tantas manipulaciones y engaños!
A propósito de aquello de que la
historia es una ciencia que para merecer ese calificativo, tiene la
obligación de ser exacta, de reposar sobre documentos y sobre su
confrontación, sobre severos controles cronológicos y sobre datos
que puedan probarse, ya está bueno de continuar repitiendo, una y
otra vez, infamias que nada tienen que ver con la realidad de los
hechos, como lo hace Emilio Herasme Peña, quien como un loco o
enajenado, sigue diciendo que la Iglesia cristiana católica se opuso
a Trujillo horrorizada ante sus crímenes como el de los panfleteros
de Santiago de los Caballeros.
La siniestra manipulación de
Herasme Peña parte de la matanza en 1960 de unos 20 ó 25 jóvenes
llamados "los Panfleteros" de Santiago efectuada por los sicarios de
Trujillo en la cárcel de "La 40", este fue un hecho que produjo tal
conmoción, que incluso ha sido usado, como lo hace Erasme Peña, sin
el menor recato ni pudor ante estas victimas, para encubrir los
reales móviles del giro de 180 grados dado por la iglesia católica
frente a la dictadura que había, no apadrinado, sino timoneado,
hasta entonces.
Afirmar, como lo hace Herasme
Peña, que la pastoral del Episcopado dominicano el 27 de enero de
1960 fue porque la Iglesia Católica se horrorizó ante la magnitud
del crimen de los panfletreros, sería un crimen histórico de las
mismas dimensiones, ya que lo que motivó al Episcopado dominicano a
emitir esa carta pastoral, luego que se lanzara a organizar y a
orientar a la juventud católica a la conspiración contra el
dictador, no fueron sentimientos ni conmoción alguna de índole
humanitario, ni santo, en el sentido literal del término; sino que
lo que impulsó a la Iglesia Católica a ello fue la ambición de
usufructuar el Concordato del 1954, completado como testamento de
herencia que el dictador le dejaba con el Vicariato castrense, con
el que pasaba la Iglesia cristiana católica a tener el control de
las FFAA, claro, después de Trujillo muerto y no antes. Testamento
que Trujillo le redondeara con el Patronato Nacional San Rafael que
al igual que el Vicariato Castrense se estableció a fines de 1958.
Para usufructuar este testamento
había que salir del dictador. Por lo tanto fue la ambición el motor,
como siempre, de la actitud de la Iglesia cristiana católica y sus
obispos así como de aquella pastoral. En esa pastoral ni siquiera se
hace referencia al asesinato salvaje de los panfleteros, como nunca
esa misma iglesia hizo referencia alguna durante los 30 años
anteriores en los que Trujillo sembró de cadáveres de hombres
muertos individualmente y masivamente en todo el territorio
nacional, llenando la historia, al cabo de ese tenebroso período, de
hechos espeluznantes, reflejos de una criminalidad monstruosa, como
lo es la criminalidad propia al cristianismo. Ya está bueno de
tantas manipulaciones y engaños, Emilio Herasme Peña. |