PROGRAMAS RADIALES - 19 de Marzo 2006

19-03-06 Luz+Luz

 

El cristianismo religión imperial

 

Contrario a la manipulación hecha por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, al plantear el 19 de febrero de este año 2006, que los principios del evangelio de su cristianismo debilitaron las estructuras que sustentaban la esclavitud, a la que calificó de ominosa, del Imperio Romano, los datos históricos dicen otra cosa muy distinta.

Lo primero es, como sostiene Lucien Henry en su obra “Los Orígenes de la Religión”, que la formación de un imperio exigía que fuese creada una religión imperial universal, contraria a los cultos tradicionales romanos que no eran más que un conjunto poco coherente de la suma de los cultos y los ritos de cada uno de los clanes cuya agregación, en sus inicios, compuso el Estado romano. La necesidad de una religión única no fraccionada, como correspondía al imperio centralizador, fue lo que comprendió Augusto, primer emperador romano, y por eso al lado de los cultos tradicionales intentó desenvolver, por lo menos en las provincias, un culto imperial: el de la pareja divina Roma y Augusto.

Pero el carácter oficial de esta religión, que correspondía demasiado claramente a los intereses de la clase dominante, no podía seducir a los esclavos, libertos o a los habitantes de las provincias conquistadas, en una palabra a todos los grupos insatisfechos sometidos por el Imperio romano esclavista. Y es así como el cristianismo, que predica la renuncia a la lucha, se convierte en esa ideología que le hacía falta al Imperio. No es casual que el cristianismo haya sido creado por un ciudadano romano, miembro de los servicios secretos del imperio: Pablo de Tarso.

Robert Ambelain en su libro “El hombre que creó a Jesucristo: la vida secreta de san Pablo”, demuestra que fue Pablo de Tarso, y no Jesús, quien creó el cristianismo. Jesús el Gaulanita, ni creó ni fundó ninguna religión, ni aun mitológicamente, conforme a las mismas leyendas que le atribuyen su existencia real y hasta su condición de cristo, esto es, de hijo de dios y libertador de la humanidad del supuesto pecado original, fábula nacida en las más oscuras profundidades del paganismo y del gnosticismo, miles y miles de años antes del supuesto nacimiento de Jesús.

Este Pablo de Tarso en su carta precisamente a los romanos evidencia claramente por qué el cristianismo se convirtió en esa ideología oficial que le hacía falta al esclavismo romano imperial hasta el punto de ser premiada por Constantino declarándola prácticamente religión del Imperio mediante el Edicto de Milán en el 313 de nuestra era, cuando la reconoce con los mismos derechos que las demás.


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