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23-04-06 luz+luz
El Decadentismo
En el mundo actual, toda
cultura, toda literatura y arte pertenecen a una clase determinada,
y están subordinados a una línea política determinada. No es verdad
que exista “arte por el arte” ni arte que esté por encima de las
clases, ni arte que se desarrolle al margen de la política, o sea,
independiente de ella. La literatura y el arte proletarios, por
ejemplo, son parte de la causa de la revolución proletaria en su
conjunto, son, como dijera Lenin, engranajes y tornillos del
mecanismo general de la revolución.
Así, el decadentismo ha sido
una corriente artística, filosófica y literaria europea, de la
burguesía europea, que tuvo origen en Francia, y lleva su nombre al
ser asociado a la revista “Le Decadente” fundada en 1886. Se
desarrolló en toda Europa a finales del siglo XIX. El decadentismo
surgió en una época de paso, de transición, de la economía basada en
la libre concurrencia a la economía de las grandes concentraciones
financieras e industriales, es decir, del paso de la libre
concurrencia a la economía del predominio de los monopolios, de la
concurrencia tan sólo entre monopolios, que es lo que caracteriza al
imperialismo, fase superior y última del capitalismo en la que hoy
vivimos.
A diferencia del
positivismo, filosofía burguesa reflejada en las obras artísticas,
propia de la burguesía de la libre concurrencia, con su expresión
artística correspondiente: el naturalismo de las décadas anteriores
al 1886 inspirado en una cultura del “laissez fair”, eminentemente
racional, los fundamentos filosóficos del decadentismo son de
carácter irracional, y sus aspiraciones aristocráticas y sus
tendencias culturales contrastan claramente con los procesos de
democratización social de la época. Es decir, el decadentismo
corresponde a la etapa más reaccionaria de la burguesía capitalista,
a la etapa que corresponde al imperialismo.
Nacido como reacción al
realismo imperante, el decadentismo, un término despectivo creado
por la crítica académica, se deriva del romanticismo y tuvo como
padre espiritual a Charles Beaudelairer y se caracteriza por
defender la evasión de la realidad cotidiana y la celebración de la
individualidad aislada de su entorno social.
Vayan estos comentarios
sobre el decadentismo como material de referencia o introducción de
un comentario próximo sobre la llamada novela “La fiesta del chivo”,
del decadentista, autoproclamado apologista del neoliberalismo y
servidor clonado como muchos otros eunucos llamados intelectuales
para servir a los intereses del imperialismo norteamericano en
América Latina en contra de la causa de sus pueblos y naciones,
Mario Vargas Llosa, obra que es, a nuestro entender, puro
decadentismo; y que lo que se pretende con la misma es ocultar el
papel de lacayo incondicional y capataz del imperialismo
norteamericano y su aliado número uno en América, la Iglesia
Católica vaticanista y opusdeista, del dictador Trujillo en
República Dominicana, bajo el viejo ardid, muy propio de la Iglesia
cristiana católica, de destacar la supuesta naturaleza individual
libidinosa de los personajes históricos, como lo ha hecho la iglesia
católica, para poner dos ejemplos destacados, con Enrique VIII de
Inglaterra y su propio papa Alejandro VI, Rodrigo Borgia,
atribuyendo la reforma inglesa y su consecuente “destutanamiento”
del poder y confiscación de todas sus propiedades a la feudal
Iglesia Católica por parte de la burguesía de esta nación,
apoyándose en la protesta generalizada en contra de la corrupción de
toda índole imperante en el clero católico y el resentimiento
generalizado contra esa opulencia clerical, en el caso del primero,
y la acumulación y consolidación de una soez fortuna inconmensurable
tratándose de una organización religiosa, para la Iglesia Católica
con el no menos soez negocio de la trata de esclavos, por parte del
segundo, como el elemento sobresaliente de estos personajes y móvil
único y fundamental de sus actuaciones. De esa manera, el
surgimiento de la Iglesia Anglicana en Inglaterra no fue la
consecuencia de la lucha de la burguesía nacional inglesa contra el
decadente feudalismo encarnado en el poder papal católico, sino por
el capricho de un divorcio para un nuevo matrimonio del monarca
inglÉs Enrique VIII. Como la reforma protestante fue tan sólo
consecuencia de la corrupción clerical, simbolizada en un papa no
italiano como el papa Borgia, cuando la reforma protestante fue todo
un movimiento político encubierto bajo el manto religioso de
enfrentamiento frontal entre la naciente burguesía y el agonizante
feudalismo.
Ni la historia es la
sucesión de acciones personales individuales, medalaganarias de los
personajes históricos, ni el arte está por encima de las clases, ni
se desarrolla al margen de la política, o sea, independiente de
ella. |