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26-02-06 Luz+Luz
Misiones cristianas: hornos de la muerte
¿Qué han sido y son los
territorios de misiones o las misiones para la iglesia cristiana,
tanto católica como protestante?
Lo que ocurrió en California hace
poco más o menos de ciento cincuenta años en las misiones españolas,
resulta bien ilustrativo de lo que fueron las misiones en el pasado
reciente para la iglesia católica. Pero antes de ofrecerles algunos
datos al respecto, extraídos de la página de Internet, Herencia
Cristiana, debemos recordar lo que dijimos en entrega anterior
cuando hicimos alusión a la declaración de la Convención
Internacional sobre el Genocidio, que señala en su Articulo II:
En la presente Convención,
genocidio significa cualquiera de los actos siguientes cometidos con
la intención de destruir completa o parcialmente un grupo nacional,
étnico, racial o religioso mediante medidas como:
Matar miembros del grupo;
Causar serio daño físico o mental
a miembros del grupo;
Deliberada imposición al grupo de
condiciones de vida calculadas a causar su destrucción física
parcial o total;
Imposición de medidas las cuales
intencionalmente previnieran nacimientos dentro del grupo;
Forzar la transferencia de niños
del grupo a otro grupo.
Esto y no otra cosa fue lo que
ocurrió en California en las misiones españolas.
Los puritanos cristianos
protestantes de Nueva Inglaterra y los curas españoles cristianos
católicos de California, hace unos 150 años, no se ponían de acuerdo
en cuanto a asuntos de fe y dogmas se refiere, pero en lo que
siempre estuvieron de acuerdo, sin lugar a dudas, fue en cómo
perpetrar el genocidio de los indígenas para mantenerlos sometidos a
la esclavitud del colonial.
Como muy elocuentemente
describiera el ministro puritano, John Robinson, al quejarse a
William Bradford de Plymouth, Massachusetts, al referirse a la
manera en que católicos y protestantes invasores europeos procedían
con los indígenas o habitantes originarios en el continente
americano, a su entender, aunque el grupo de indios "merecía" ser
masacrado, se lamentaba: "¡Oh, qué hermoso hubiera sido, si hubieran
convertido (al cristianismo, nota nuestra) algunos antes que los
mataran!"
Esta queja nostálgica surgía
porque los españoles cristianos católicos, usando las tropas
armadas, en este caso españolas, igual que ellos los puritanos
protestantes, capturaban a los indios, pero los españoles cristianos
católicos antes de matarlos en masa los conducían como ganado a las
misiones cristianas católicas, por lo general bajo la orden de los
franciscanos, donde los curas españoles hacían su trabajo de
conversión antes de matarlos.
Por ejemplo, en la misión de
Nuestra Señora de Loreto, reporta el cronista franciscano Francisco
Paloú, durante los primeros tres años de esa misión bajo el gobierno
franciscano, 76 indios, entre niños y adultos, fueron bautizados,
mientras 131 fueron enterrados... Lo mismo sucedió en otras misiones
en el mismo período de tiempo, como por ejemplo la misión de Santa
Rosalía de Mulegé, donde 48 indios fueron bautizados y 113 muertos,
o la misión de San Ignacio, donde reporta Paloú que se realizaron
115 bautismos y 293 indios fueron muertos - todas dentro de los
primeros tres años.
Para misiones como la de San José
del Cabo y Santiago de las Coras, Paloú no reporta el número de
bautismos de indios como tampoco el de muertos debido a que sólo muy
pocos sobrevivieron, no había razón de contar, y lo que se hacía en
esos casos, como se hizo allí, fue simplemente traer más indios de
otros lugares bajo fuerza militar.
Debemos hacer constar que los
bautizados que quedaban vivos eran aquellos que preferían someterse
al envilecimiento del esclavismo colonial, que no obstante era en
definitiva otra forma de morir, mientras la mayoría bautizada era
asesinada ante su actitud de resistencia.
En resumen, las misiones eran
campos de concentración de la muerte como los del fascismo europeo
de la Segunda Guerra Mundial, por cierto fascismo que contó con el
estímulo y apoyo hasta el final de la Iglesia cristiana católica,
pero que mantenían, estas misiones, la cantidad de indios en un
nivel determinado, mediante la cacería y reclusión de otros indios
con los que reabastecían las enormes cantidades que mataban, una vez
allí.
Así, por ejemplo, un censo de
nacimientos y defunciones en una misión de Arizona ha permitido
demostrar, en cuanto a mortalidad infantil indígena dentro de las
misiones cristianas católicas se refiere, en la época a la que
estamos haciendo alusión, que el 93% de los niños nacidos dentro de
las paredes de la misión murieron antes de cumplir los diez años;
aun así la población total de la misión no declinaba porque se
practicaba la cacería y reclusión de otros indios, como ya
explicamos.
Muchos eran los motivos por los
cuales morían los indios de las misiones. Por ejemplo, el espacio
personal de vivienda para un indio en una misión era de un promedio
de dos metros por medio metro por persona cautiva soltera, el tamaño
de una caja para enterrar muertos humanos hoy día. Estos eran
encerrados en la noche en cuartos comunes, segregados por sexo, que
contenían un pozo por inodoro. Era quizás un poco más de lugar que
el que era otorgado a un cautivo africano en la bodega de un barco
de esclavos navegando desde el África.
Por supuesto, los indios de las
misiones trabajaban como esclavos en los campos de agricultura de
los curas católicos, pero lo hacían alimentados con menos de la
mitad de calorías que los esclavos negros de Mississippi, Alabama o
Georgia. Un visitante francés, a principios del siglo XIX, después
de inspeccionar la vida en las misiones cristianas católicas
comentó, que la relación entre el cura y su rebaño de indios era la
misma que la del esclavista con sus esclavos negros en las
plantaciones sureñas de los Estados Unidos; "la diferencia sería
–decía el francés- solamente, en el nombre, comparado (el cura y su
rebaño de indios en las misiones, nota nuestra) con el dueño de
esclavos que los mantiene para trabajar y los alquila a su
discreción..." Pero ahora sabemos que la diferencia no era sólo el
nombre, como pensaba el francés al darse cuenta de que los curas
cristianos católicos se comportaban en las misiones indígenas como
esclavistas negreros en sus plantaciones de algodón, sino que hoy ha
quedado demostrado que ciertamente había otra diferencia, y esta no
era otra que un esclavo negro comía mejor que un indio de misión al
que los curas les daban la mitad de la ración de calorías que un
esclavista negrero del sur de los Estados Unidos daba a un esclavo
suyo.
A estas inhumanas condiciones de
vida dentro de las misiones cristianas católicas, hay que sumarles
la humillación y el envilecimiento espiritual con la superstición a
que eran sometidos los indígenas. Por ejemplo, en la misión de Santa
Cruz, seguimos hablando de misiones cristianas católicas en
California, un cura llamado Ramón Olbés, preocupado por la
catastrófica baja natalidad entre los indios quitándole la
oportunidad de otro niño más para esclavizar y otra alma más para
bautizar y ofrendar a su invento del dios hombre al que le llaman el
Cristo, llegó a la conclusión que una pareja casada estaba
exhibiendo excesiva inhibición sexual, y así, el cura Olbés mandó a
llamar al marido y le preguntó por qué su mujer no estaba
embarazada...trajeron un intérprete y éste repitió la pregunta del
cura al indio, quien contestó que le tendría que preguntar a Dios.
El cura, mediante el intérprete preguntó si dormía con su mujer, a
lo que el indio dijo que sí. Después el cura los ubicó en un cuarto
juntos para que pudiera ver cómo ejercían el coito en su presencia.
El indio se rehusó, pero lo forzaron a mostrarle el pene para
confirmar que estuviera en buen estado... A la esposa Olbés le
preguntó si su marido dormía con ella, a lo que ella contesta sí...
El cura la hizo entrar a otro cuarto para poderle examinar sus
partes íntimas, la mujer se rehusó a la inspección forzada del cura,
por lo cual recibió 50 latigazos, encadenada y encerrada en el
convento. Olbés después le dio una muñeca de madera y le ordenó
llevarla a donde quiera que fuera como amuleto.
De escapar y ser atrapados, los
indios eran atados a palos y azotados. Un Jefe indio fue llevado al
campo donde un chivo fue descuerado y el Jefe fue cosido dentro del
cuero del chivo mientras estaba caliente todavía, luego lo ataron a
un palo todo el día, pero como se murió rápido mantuvieron al
cadáver atado por largo tiempo. |