|
2-09-07 Luz+Luz
La Primera Enmienda de la
Constitución estadounidense y la libertad de expresión en República
Dominicana
En días recientes
leímos un artículo intitulado “La Primera Enmienda y la Libertad de
Prensa”. En ese artículo se describen varios de los casos más
sonados de los últimos 50 años que resultan muy ilustrativos del
papel desempeñado por la Corte Suprema de los EE.UU. como árbitro
final en cuanto a la interpretación de la Primera Enmienda hecha a
la Constitución de ese país, confirmando, en cada ocasión, los
derechos que se refieren a la libertad de prensa y la libre
expresión y difusión del pensamiento y de las ideas.
Y nos recordamos de
ese artículo porque en el país, en cambio, y, por el contrario, el
cardenal de la Iglesia Católica, Nicolás de Jesús López Rodríguez,
que, por cierto, se dice admirador de la justicia y de la forma en
que esta se administra en los Estados Unidos, insiste en propiciar
todo lo contrario al espíritu y la letra de la Primera Enmienda de
la Constitución norteamericana; y, dando riendas sueltas a esa manía
persecutoria y de coacción tan propia de los cristianos, persiste en
una campaña o cruzada suya, tan deleznable, en contra de la libertad
de prensa y de la libre expresión y difusión del pensamiento, y, una
nueva oleada ofensiva ha iniciado, como lo diera a entender en su
homilía del 16 de agosto recién pasado.
La Primera Enmienda a
la Constitución estadounidense fue aprobada por los mismos
fundadores de la nación norteamericana, a la cabeza de quienes
estaban los iluministas norteamericanos, Thomas Jefersson, Benjamín
Franklin y Thomas Paine, con el fin de hacer una distinción entre su
nuevo gobierno, que proclamaba que la democracia era el gobierno del
pueblo y para el pueblo, y el de Inglaterra, que por mucho tiempo
había censurado a la prensa e incluso enjuiciado y condenado a
quienes se atrevieron a criticar a la corona británica. Los
iluministas norteamericanos, Thomas Jefersson, Benjamín Franklin y
Thomas Paine, interpretando los puntos de vista de la naciente
burguesía norteamericana, entonces revolucionaria, ya que era la
burguesía correspondiente a la etapa del capitalismo caracterizada
en el plano económico por el libre mercado o la libre competencia de
los productores independientes, sostenían estos iluministas, que el
pueblo tenía que estar siempre alerta con respecto al gobierno y los
representantes que había elegido, vigilar continuamente su labor y
destituir a quienes no merecieran su confianza, como único medio
para impedir que el gobierno degenerara en tiranía y despotismo, y
que, dicho sea, es una advertencia que cae como anillo al dedo a la
situación actual por la que atraviesa este país, República
Dominicana, como consecuencia del desgobierno del actual presidente,
Leonel Antonio Fernández Reyna y su partido, considerando por ello,
los iluministas, como inalienable, como innegociable, el derecho de
la libre expresión y difusión del pensamiento y las ideas sin ningún
tipo de cortapisas, y la libertad de prensa sin ningún tipo de
condicionamiento.
El "propósito básico"
de la Primera Enmienda, como dijera un juez estadounidense en 1974,
fue el de "crear una cuarta institución, fuera del gobierno, a
manera de control adicional sobre las tres ramas oficiales": la
ejecutiva, la legislativa y la judicial. Aunque hoy día, en la época
del imperialismo, la etapa del capitalismo cuyo rasgo característico
en el plano económico es el predominio de los monopolios, no el
libre cambio o la libre competencia, aunque no deja de producirse la
competencia pero entre los monopolio, hay que especificar que el
derecho a la información es violentado, no solo por el abuso de
poder o el despotismo de los que detentan las funciones estatales en
sus diversos estamentos, como está sucediendo en los mismos Estados
Unidos hoy con las leyes antiterroristas de Bush que son una
flagrante violación a la Primera Enmienda de la Constitución de ese
país, sino, que la misma prensa, la gran prensa, que ahora es
propiedad de los monopolios y responde a sus intereses, manipula,
tergiversa y oculta la información de acuerdo a los intereses a los
que responde, y de esta condición venal y mercenaria a la que se ha
reducido esa prensa, sustituyendo la información por una
interpretación ideológica de lo sucedido, es que resulta su papel
desinformación que atropella, tanto como el despotismo, el derecho a
la información que reivindicaban en el siglo XVIII los iluministas
norteamericanos.
Lo mas interesante
del artículo al que estamos haciendo referencia, es que muestra el
profundo compromiso nacional que encierra el debate de los asuntos
públicos de forma libre de inhibiciones, de forma vigorosa y
abierta, que puede muy bien incluir ataques vehementes, cáusticos y
algunas veces desagradablemente agudos, y esta condición, de
estrecha vinculación a la nación, de guardar y cumplir un carácter
nacional, es la razón por la cual, aun en la época del imperialismo
y en el seno mismo de una potencia imperio-capitalista, como lo es
el imperialismo norteamericano o yanki, todavía tenga vigor y
acatamiento la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana.
En la homilía del 16
de agosto del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, éste dijo,
que “la República Dominicana necesita una restauración moral para
volver a los valores y verdades que modelaron a la nación en sus
albores”, y agregó que “la restauración del país hoy exige de los
medios de comunicación que dediquen menos espacios a la
vulgaridad, la chabacanería, la insolencia y el descontrol de
ciertos comunicadores que carecen de autoridad moral para exigir lo
que ellos no están viviendo”. Estas fueron sus palabras, según se
publicó. Y este último aspecto fue el que me hizo recordar el
artículo que les he mencionado, porque, la orden trazada
recientemente por el papa, la rata Ratzinger, Benedicto XVI, a los
obispos dominicanos y al propio cardenal López Rodríguez en su
visita a Roma, fue el reforzar su labor a favor de la haitianización
y la fusión de la República Dominicana con Haití, lo que implica la
desarticulación de la nación dominicana; de modo que, guardando un
profundo compromiso nacional el debate de los asuntos públicos de
forma libre de inhibiciones, de forma vigorosa y abierta, no es de
extrañar que una nueva oleada ofensiva contra la nación dominicana y
su desarticulación definitiva, incluya, como un elemento de primer
orden, la coartación de la libre expresión y difusión del
pensamiento y de la libertad de prensa.
James Goodale,
“los papeles del pentágono” y la Suprema Corte
El autor del artículo
al que estamos haciendo referencia, es Jame Goodale, quien fuera el
abogado defensor del periódico “Times” de Nueva York, en el 1971, en
el famoso caso de la demanda a este periódico por parte del gobierno
estadounidense, en ese entonces encabezado por Richard Nixon. La
demanda al “Times” fue interpuesta porque este periódico había
obtenido una copia no autorizada de unos documentos clasificados de
secretos de Estado, y decidió comenzar a publicarlos en una serie de
reportajes.
Los llamados Papeles
del Pentágono, como se nombraron esos documentos una vez se
comenzaron a dar a conocer a la opinión pública, constituían un
conjunto completo de una historia secreta de 47 volúmenes del
Departamento de Defensa de los EE.UU. intitulada: “La toma de
decisiones de USA en Vietnam, 1945-1968”, y que con sorprendente
detalle describía todo un modelo de mentiras y engaños,
provocaciones y agresiones seguido por cuatro presidentes y sus
gobiernos respectivos durante 23 años, diseñadas, tales operaciones,
con el fin de llevar a cabo los planes bélicos de expansión
imperialista de esta superpotencia capitalista como parte de su
estrategia para conquistar la hegemonía mundial imperio-capitalista,
aunque para ello tuviera que destruir medio planeta y asesinar a
millones de seres humanos, además de engañar y sacrificar a su
propia población. Los documentos incluían, además, los cálculos
sobre los altos costos y riesgos internos de esos planes, así como
las bajas probabilidades de éxito de los mismos; no obstante, fueron
puestos en práctica, porque, como concluyera Vladímir Ilich Uliánov,
Lenín, revolucionario, líder mundial de la clase obrera y teórico
marxista, quien fundara y dirigiera el primer Estado socialista del
mundo tras la revolución Rusa de octubre de 1917, en su obra sobre
el imperialismo, explicando que éste es la antesala de la revolución
social del proletariado, tesis que es el análisis científico más
completo y exacto sobre el imperio-capitalismo que se haya hecho,
los imperialistas, es decir las potencias imperio-capitalistas
mundiales, “son bestias salvajes y bestias de presa que saquean al
mundo, luchan entre si y se arman la una contra la otra”.
Los llamados Papeles
del Pentágono, mostraban, de modo muy claro, cómo los Estados Unidos
se habían involucrado en una guerra temeraria, como fue la de
Vietnam, por decisión unilateral suya, agrediendo a un país como
Vietnam que ni siquiera lo había atacado, tal como ha sido el caso
de Busch, su gobierno y la agresión genocida contra Irak; todo lo
cual, al ser publicado, resultó, como es de suponerse, tan
desagradable como un purgante de aceite de ricino, y muy
inconveniente, sobre todo, para el gobierno de Nixon, que era el
gobierno de ese entonces, y que había continuado el engaño al pueblo
estadounidense con respecto a la guerra de Vietnam, y que, aunque
decía que retiraría las tropas invasoras norteamericanas de Vietnam,
quedo demostrado mas tarde, que preparaba para ese mes de septiembre
en que se comenzaron a publicar los documentos, expandir la guerra
en el Sudeste Asiático, en lugar de retirarse, incluyendo una
importante ofensiva aérea contra Vietnam del Norte con el posible
uso de armas nucleares.
Al día siguiente de
comenzarse la serie de artículos, el “Times” recibió un telegrama
del secretario de Justicia de Estados Unidos donde se advertía al
periódico que la publicación de la información violaba la ley sobre
espionaje, el mismo argumento que hoy levanta Bush en contra de la
libertad de prensa impidiendo que sean desclasificados una gran
cantidad de documentación estatal bajo el ardid de secretos de
Estado, y, señalaba, que una publicación ulterior a esa comunicación
causaría perjuicios irreparables a los intereses de la defensa de
los Estados Unidos.
Los reportajes, no
obstante, continuaron publicándose. El gobierno norteamericano, por
su parte, respondió procediendo a entablar una demanda contra el
“Times”, y convenció a un juez de que emitiera una orden judicial
temporal, algo así como un recurso de amparo, que prohibiera al
“Times” proseguir con la publicación de la serie, argumentando su
privilegio, el del gobierno, de ser el único juez de las necesidades
de seguridad nacional. El periódico, a su vez replicó, señalando que
tal disposición violaba la libertad de prensa garantizada en la
Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos y
argumentó también, que el motivo real del gobierno de Nixon era
ejercer la censura política, más bien, que proteger la seguridad
nacional.
Luego de un conjunto
de audiencias y apelaciones judiciales, dos semanas después, el
proceso estaba ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. Y la
Corte Suprema falló, y aquí viene lo que nos interesa destacar de
esta historia, dictaminando que el “Times” podía continuar la
publicación de los Documentos del Pentágono por considerar que
cualquier prohibición que impidiera la publicación de tales
documentos, como lo era en ese momento el recurso de amparo a favor
del gobierno estadounidense, violentaba el precepto Constitucional
comprendido en la Primera Enmienda, que, además de anular las leyes
que amenazan con sancionar a la prensa o la libre difusión del
pensamiento y las ideas, impide, también, que el gobierno use su
autoridad para ordenar a la prensa lo que debe informar; porque el
espíritu de la Primera Enmienda es preservar el derecho a la libre
expresión y difusión del pensamiento y las ideas y la libertad de
prensa como garantías básicas del ejercicio de la democracia, ésta,
a su vez, como expresión de la voluntad soberana del pueblo y su
autodeterminación. Y aunque la Corte Suprema norteamericana aceptó,
en el caso de los papeles del Pentágono, la posibilidad de que la
publicación de esos o cualquiera otros documentos secretos en los
periódicos podría tener consecuencias, que definieron los jueces de
la corte suprema como temibles para la seguridad nacional, en este
caso el gobierno no había podido probar que ése sería el resultado.
En definitiva, el
“Times” ganó el caso amparado en la Primera Enmienda, e
inmediatamente fueron reanudadas las publicaciones de la serie y
finalmente el “Times” recibió ese año, por el servicio público
rendido con la publicación de esos informes, el Premio Pulitzer, el
mayor honor que se otorga en los EE.UU. a la prensa y sus
periodistas.
El cardenal López Rodríguez y la coacción de
la libre expresión de las ideas
Ahora bien, posturas
como las del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, a favor de
la coartación de la libertad de prensa y la libre expresión, a favor
del desconocimiento de la soberanía popular y de la
autodeterminación del pueblo, que son la esencia de la dictadura por
la que aboga abiertamente, y a favor de la desarticulación de la
nación dominicana, de acuerdo a los planes de las potencias
imperio-capitalistas como los EEUU y la Unión Europea, son las que
reafirman la necesidad del repudio y condena mas enérgicos a todo lo
que ha hecho y viene haciendo en contra del país y en perjuicio de
la población el actual gobierno y su presidente Leonel Antonio
Fernández Reina, quien, al multiplicar los atropellos y abusos
contra la población, intensifica la ofensiva de la Iglesia Católica
a favor de la desarticulación del insipiente Estado de Derecho y del
respeto a la Constitución en aras de instaurar una dictadura
teocrática; así como también lo hace al estrangular económicamente a
la población dominicana, como nunca se había visto, para sufragar el
suntuoso parasitismo de esta Iglesia Católica, y, mientras a la
Iglesia Católica, que no paga un solo centavo de impuestos, le cede
cada vez mas y mas privilegios, a la población se la aplasta con una
avalancha de impuestos, y al mismo tiempo le han ido arrancando,
este Leonel Fernández y su gobierno neoliberal, sus conquistas
sociales en educación, atención médica, agua potable, trabajo, etc.
para entregárselas como negocios privados suyos a esta Iglesia
Católica y como elementos logísticos de los siniestros planes de
fusionarnos con Haití haciendo desaparecer a la nación dominicana,
en vez, de, una vez y por todas, dar los pasos para que se haga
efectiva la anulación, definitivamente, del oprobioso como ilegal,
anticonstitucional e ilegitimo Concordato y sus aditamentos el
Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, y rescatar a
país de la ignominia que es, que el Estado dominicano cargue con ese
vaho insoportable a teocratismo imperante en su seno y que lo
inhabilita como Estado laico moderno, tal cual corresponde a una
republica, única manera de alcanzar el bienestar de la población y
de ponerse a tono con los avances de la humanidad.
Contrario a lo que el
Cardenal expresara en su homilía del 16 de agosto, y como lo ha
hecho en muchas otras ocasiones mas, encabezando su cruzada en
contra de la libertad de prensa y de libre expresión y difusión de
las ideas y pensamientos, llegando hasta extremos, como se
recordará, a lo acontecido el 7 de mayo del 2005 cuando pasó,
falsificadamente, un proyecto de decreto de restricción a la
libertad de prensa y la libre expresión y difusión de las ideas y
del pensamiento, y que el propio Leonel Antonio Fernández Reina
derogó después que firmó, admitiendo públicamente que fue engañado
en su buena fe y víctima de un grosero abuso de confianza, la Corte
suprema de los Estados Unidos, en cuanto a lo que dijera el Cardenal
de “la supuesta insolencia y el descontrol de ciertos comunicadores
que carecen de autoridad moral para exigir lo que ellos no están
viviendo”, ha considerado, como se ha visto en este caso de los
papeles del Pentágono así como en muchos otros casos, el profundo
compromiso nacional, como ya dijimos, que encierra el debate de
asuntos públicos de forma libre de inhibiciones, vigoroso y abierto
y que puede muy bien incluir ataques vehementes, cáusticos y algunas
veces desagradablemente agudos contra el gobierno y los funcionarios
públicos. Y es a la luz de este compromiso, que la Corte Suprema de
las EE.UU., contrario a lo que reclama el Cardenal, ha adoptado la
norma de que un funcionario público o figura pública no puede
obtener ni siquiera resarcimiento de daños por una falsedad
difamatoria relacionada con su conducta oficial. Y más aun, la Corte
Suprema de los EEUU ha establecido una regla legal de gran
importancia para la libertad de prensa, que es aquella que se
refiere a que un ataque impersonal contra actividades
gubernamentales u oficiales de un personaje público no podía
considerarse difamación del funcionario o personaje responsable de
tales actividades.
Sobre esto último
pueden ustedes constatar en el mismo artículo esta postura de la
Corte Suprema de los EE.UU. Ante el caso de un funcionario electo y
quien era responsable de la policía de Montgomery, Alabama, quien
demandó al “Times”, por este periódico publicar las fotos y
denuncias de las agresiones a manifestantes pacíficos del movimiento
por los derechos civiles en la década de los 60 y el hostigamiento
de que era objeto una de las principales figuras de movimiento, el
Reverendo Martin Luther King por parte de esta policía, que estaba
bajo la supervisión suya. El tal funcionario pretendía que el hecho
se callara para que no perjudicara su imagen. La Corte Suprema
falló, en esa ocasión, diciendo que aunque algunas de las
afirmaciones en el anuncio eran falsas, la Primera Enmienda, no
obstante protegía al “Times” del juicio promovido por el
funcionario.
Y si el argumento es,
además, como dice el cardenal “la vulgaridad, la chabacanería”, la
Primera Enmienda de la Constitución norteamericana también protege
el derecho a parodiar figuras públicas, incluso cuando esas parodias
son "ultrajantes" y puedan causar efectos emocionales en quienes son
objeto de ellas. En el caso de la revista Hustler, revista de
contenido sexual explícito, en 1988, La Corte Suprema observó que, a
través de toda la historia de Estados Unidos, "la descripción
gráfica y la caricatura satírica han tenido un papel prominente en
el debate público y político". Y aunque la Corte Suprema opinó que
la parodia en cuestión en la revista Hustler tenía poco que
ver con las caricaturas políticas tradicionales, concluyó,
haciendo énfasis en la necesidad de dar a la prensa suficiente
"espacio" para ejercer la libertad garantizada en la Primera
Enmienda. Agregó que "si la causa de la ofensa es la opinión de
quien la expresa, esa consecuencia es una razón para acordarle
protección constitucional; ya que es un postulado central de la
Primera Enmienda que el gobierno debe permanecer neutral en el mundo
de las ideas".
¿Y entonces? ¡Cuánta
ignorancia y perversidad juntas baten todos esos que corean, junto
al cardenal la, supuesta moderación del lenguaje y demás
estupideces! Al parecer, para el Cardenal López Rodríguez, los Yaqui
Núñez del Risco, los Freddy Veras Goico, los César Medina, los
Ángela Peña…, los dominicanos somos unos salvajes a los que los
derechos democráticos y civiles conquistados por la humanidad con la
modernidad, por cierto contando con la oposición frenética de la
Iglesia Católica y todo el cristianismo, no les va. Al parecer eso
de Primera Enmienda, de derechos de difusión de las ideas y
pensamientos, de la libertad de prensa, esas son cosas para países
como los Estados Unidos, para las potencias mundiales; en los hatos
coloniales como nuestro país, nada de eso de modernidad y derechos;
para especimenes como los dominicanos lo que hay es que emular, como
lo hizo el Cardenal en su charla en la Quinta Dominica, sobre Isabel
la Católica y la evangelización y cristianización de La Española, es
a esta Isabel la Católica, como gobernante de aquellos salvajes que
eran los indígenas de América a quien hay que emular: candela por
arriba y por abajo. Embrutecerlos con la evangelización y la
superexplotación; esa seria la candela por abajo, y para el que no
se quiera someter, cristianización a base del atropello criminal y
de la inquisición, esa seria la candela por arriba. ¿Es esta la
moral que hay que restaurar, y por la que propugna este prelado
católico? |