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30-03-07 Luz+Luz
La “semana santa” tradición pagana
usurpada por la estafa de la Iglesia Católica y el cristianismo
Arribamos
a la llamada “semana santa” del año 2007, conmemoración católica de
la muerte y resurrección del mítico Jesucristo, que a su vez copia,
del mítico Mitra, Mitra persa, el dios sol, esto de la muerte y la
resurrección; y se nos ha pedido que abordemos de nuevo el tema, lo
que consideramos que no está de más, porque hay asuntos que ameritan
ser continuamente vueltos a tocar por varias razones, y, entre esas
tantas razones sobresale la necesidad de procurar que no sigan
siendo manipulados y tergiversados por los propagandistas y
publicistas, vividores a costa del oscurantismo y del atraso
reinante en el seno de la población, que nunca han siquiera tenido,
al menos, la inquietud patriótica de acabar con el predominio del
imperio-capitalismo y sus corporaciones monopolistas en la vida
nacional, sino por el contrario, cuyos fines y objetivos son los de
actuar como los mercenarios capataces de hacienda de éstos, y
haciendo uso de una relativa instrucción, en relación a la gran
mayoría de la población, mediante ella, engatusar a las masas para
que éstas no se rebelen, no se organicen y enfrenten el sistema de
sus verdugos explotadores que las explotan, expolian y subyugan,
manteniéndolas sumidas en la pobreza y miseria como en el atraso y
la ignorancia. Propagandistas y publicistas que exponen sus
perversas fanfarronadas, y esto no se puede dejar de decir, haciendo
gala, sin embargo, de una falta tremenda de talento, porque adolecen
de una garrafal ignorancia supina y perversa a la vez, sólo
comparable, en su grado de ignorancia, a la ignorancia de los
miembros de los grupos humanos primitivos de la época del salvajismo
y la barbarie, que, en su sana e ingenua ignorancia, adoraban a la
luna, al sol, a la lluvia y a tantos otros fenómenos de la
naturaleza, pero con la válida diferencia de que, como hemos dicho,
estos grupos humanos salvajes poseían una sana ignorancia porque
desconocían la ciencia, y la cultura apenas iniciaba su desarrollo,
mientras que estas parvadas de propagandistas y publicistas son
perversamente ignorantes. Publicistas y propagandistas a quienes los
encontramos pululando, como los mosquitos que transmiten el dengue
después de las lluvias, en los periódicos, en la radio y la
televisión, es decir, en la llamada prensa mediática de este país,
prensa criolla mediática que es negocio de los bancos y consorcios
capitalistas y que está narigoneada por completo, por la secta
católica que hegemoniza, en este momento, la dirección vaticana de
esta Iglesia Católica, nos referimos al Opus dei.
Pero, el
morir y el resucitar no son otra cosa que el reflejo de la lucha del
invierno y la primavera, como resultado de los cambios que se
producen en la naturaleza terrestre por su recorrido cíclico
alrededor del sol, aunque los cristianos católicos asesinaron a
miles de seres humanos antes de aceptar esa realidad de que la
Tierra gira alrededor del sol, comprobada por la ciencia.
La llamada
“semana santa” cristiana es la apropiación, por parte del
cristianismo, de la leyenda pagana de la lucha entre el cordero y la
serpiente. El cordero débil pero joven, lleno de vida, de sangre
caliente, en representación de la primavera, del florecimiento de la
naturaleza, del verdor de los campos, quien, a su vez, vence a la
serpiente, de sangre fría, ojos inexpresivos como los de un
psicópata, que representa la sequedad y la esterilidad del frío
invierno.
No cabe
duda que el hombre crea sus leyendas y se compenetra tanto con
ellas, que aun comprobando posteriormente que no son reales sino
producto de su imaginación, ante su ignorancia, en él se crea una
alienación frente a las mismas. Es decir, las inventa y luego
termina dominado por su invento. Es como si reeditara en su devenir
la alienación que la naturaleza ha producido, precisamente, al crear
al hombre, una criatura capaz de darse cuenta de que existe la
naturaleza independiente a su existencia propia, y tenga capacidad,
su propia creación, de terminar dominándola.
Pero
leyenda y alienación no dejan, a su vez, de reflejar los matices de
las condiciones que caracterizan el momento en que se desenvuelven y
en los que se siguen transmitiendo.
La llamada
esperanza que no es más que la creencia falsa en los milagros o en
una vida en el más allá, o en el dios bondadoso y que nunca se
acuerda de nosotros pero al que se le reza para que un buen día
termine por tomarnos en cuenta. Ella tiene lugar y espacio de
sustentación en la miseria humana misma, y a su vez, en la protesta
contra ella, miseria material y espiritual que trae, a su vez
consigo, la explotación del hombre por el hombre, la cual es real y
no imaginaria, como es el caso del momento actual en que vive la
humanidad en que todas las fuentes económicas, incluso para grupos
sociales de buena posición, han entrado en crisis afectadas por la
inseguridad que traen consigo el neoliberalismo y la globalización
imperio-capitalista, que ha acentuado o se suma a la ya desesperante
situación que, de por sí, ha representado para los explotados el
capitalismo.
Es por eso
que la invención de la imaginación y la mitología humana llamada
Jesús de Galilea, como lo es Júpiter o Supermán, que, como tal, como
mito, verdaderamente nunca ha existido, ni como hijo de dios, que es
otra invención prodigiosa de la imaginación humana el tal dios, ni
como personaje histórico, como lo demuestran los más rigurosos
estudios de este asunto, lo que se conoce como exégesis histórica,
pero que ha sido convertida, esta invención mitológica llamada
Jesús, a su vez, en un formidable instrumento de opresión para
beneficio de los explotadores, tanto porque los explotados,
sintiéndose impotentes, se aferran a la tal invención como se
aferran a las drogas alucinógenas los adictos en busca de una
ilusoria felicidad, convirtiéndola en el conformismo para
sobrellevar su miseria real y a la vez protestar contra ella, con
aquello de creerse el cuento de que todos sus padecimientos
recibirán una recompensa en el más allá después de la muerte como se
les promete, como que lo hagan por complicidad hipócrita con el
poder de los explotadores.
Pero nada
de esto va con nosotros. La crítica teórica y la de los mismos
hechos y acontecimientos hace mucho tiempo que han pulverizado todas
estas falacias y estafas. Los hechos ocurridos a lo largo de la
historia, que es, como nadie ha podido negar, un juez tan implacable
como inexorable, son la mejor herramienta, no sólo para el análisis
y la orientación de la lucha en los momentos en que el camino parece
más oscuro, sino que permite visualizar el promisorio futuro de la
humanidad y la derrota inevitable de aquellos que se oponen a su
avance y desarrollo.
Ciertamente, que para una mente fanatizada o prisionera de la más
ardiente fe en sus creencias religiosas, puede que decir que en
realidad el tal Jesús nunca existió, que es una invención, le
resulte como una ofensa y hasta como un acto demoníaco que augura la
proximidad del fin del mundo y la realización próxima del Armagedón.
Más, como sustentamos que las creencias, entre ellas las religiosas,
son un derecho precisamente individual de cada persona, entendemos
que a todos los ciudadanos se les debe hacer llegar la más genuina y
completa información respecto a todo lo concerniente a la vida
social y cultural, no sólo de este país, sino de toda la humanidad.
Y así como usted puede creer en tal o cual idea, el otro tiene
derecho a no creer en nada incluso, o bien, en lo contrario de lo
que uno piensa.
En la
Época Moderna de nuevo se cuestiona la veracidad de la existencia de
Jesús de Galilea. Observen que decimos de nuevo, con lo que
pretendemos subrayar, que desde siempre, la mayoría ha cuestionado
la existencia de Jesús, si no, especialmente que ese personaje haya
sido el Mesías, el hijo de dios, y mucho menos se ha creído que
fuera dios, como pretenden los cristianos.
Por
ejemplo, el gran aporte tras el balance del ciclo histórico del
Renacimiento, no ha sido otro cosa que la emancipación del hombre
de los absurdos dogmas eclesiásticos medievales y, con dicha
superación, dejar sentadas las bases espirituales que dejaban las
puertas abiertas para que la humanidad se lanzara a la prodigiosa
aventura de la modernidad, o sea, de la Era Moderna, que es
propiamente la época histórica del régimen capitalista de
producción; el hombre quedó desamparado de los mitos y leyendas
propios a las religiones y a sus dioses, así como libre del supuesto
poder de las oraciones y penitencias salvadoras, propias de
liturgias paganas y primitivas o de hechicería mágico-religiosa,
con las que, en forma tan ingenua como desesperada, se esperaba
ganar la piedad o la alianza con dichos dioses y poder sobrellevar
la azarosa existencia terrenal.
Así quedó
el hombre, gracias al Renacimiento, libre de la tutela del dogma
religioso, y, aunque ciego todavía por la escasez de conocimientos,
no estaba tan solo, ya que le acompañaba el poderoso instrumento de
su propia inteligencia. Traducir y hacer comprensible para la
humanidad esta nueva realidad, fue el papel de los llamados
humanistas y de aquel majestuoso movimiento conocido con el nombre
de “Humanismo”, núcleo del período renacentista.
Antes de
abordar el no poco sugestivo tema sobre la no existencia del tal
Jesús, consideramos propicio señalar, una vez más, que la llamada
“semana santa” es una de las tantas hipócritas y retrógradas
prácticas de la Iglesia Católica, como máxima expresión del
cristianismo, que tiene su origen real en las fiestas primitivas y
paganas de la primavera. Y así como la gente bebe, baila y hasta se
desenfrena en la llamada “semana santa”, así mismo sucedía en esas
celebraciones paganas antiguas, que eran símbolos de la preservación
de la memoria de la fertilidad en la naturaleza y la reproducción de
la vida animal y vegetal, y, por eso, los ritos propiciatorios de
las mismas por parte de los primitivos pueblos agrícolas, incluían
como una ofrenda a la sensualidad de la naturaleza, que
espontáneamente se desborda en la primavera, orgías, borracheras,
etc.
Los
árboles florecen anunciando los frutos, las aves cantan anunciando
el ritual de la fecundación y la reproducción, las gallinas cacarean
avisando que anidan, los adolescentes se llenan de vida y
multiplican sus actividades, los padres y ancianos se llenan de
preocupación porque todo cataclismo de vida envuelve nuevos así como
ya conocidos problemas. Ahí es donde tenemos que encontrar el tronco
de esos mitos que sustentaban la necesidad de esas bacanales llenas
de alegría y que son los mismos mitos que sustentan, pero con
pesimismo negador de la vida y de la alegría, tan característico de
las clases y grupos decadentes, el mito cristiano de la reiterada
pasión, muerte y resurrección del llamado cristo, o sea, el supuesto
salvador, lo que nunca se produjo en verdad, para redimir, según se
dice hoy para acomodo de los verdugos explotadores y opresores, al
hombre, pero no de la opresión de los explotadores, sino del pecado.
Dionisio,
por ejemplo, en la mitología griega dios del vino y la vegetación,
el cual enseñó a los mortales cómo cultivar la vid y cómo hacer
vino, moría cada invierno y renacía en la primavera. Para sus
adeptos, este renacimiento cíclico, acompañado de la renovación
estacional de los frutos de la tierra, encarnaba la promesa de la
resurrección de los muertos. Los ritos anuales en honor de la
resurrección de Dionisio se basaban en cultos orgiásticos y fueron
llamados las grandes dionisíacas. Como Baco en la mitología romana
era Dionisio, y fue llamado así por los fuertes gritos con los que
se adoraba a este dios en estas celebraciones orgiásticas, sus
fiestas fueron llamadas entre los romanos, bacanales. Otra
celebración romana relacionada con la fertilidad de la primavera
fueron las Lupercales (14 de febrero) en que se honraba a Luperco,
dios de los pastores ítalos, también de carácter orgiástico.
Las
dionisíacas, las bacanales y las lupercales eran tan populares que
no fue hasta el siglo V cuando el papa Gelasio I (492-496) prohibió
la celebración de los paganos Juegos Lupercales del 14 de febrero y
lo sustituyó por el día de San Valentín. En la fiesta de Luperco, se
sacrificaban carneros y perros. Con las vejigas de estos animales se
hacían globos, y con los testículos y el miembro viril que se
disecaban, se hacían foetes e instrumentos variados de prácticas
sadomasoquistas estimulantes de la libido y el desbordamiento
sexual. Aquellas mujeres que sufrían la afrenta de no parir por
razones desconocidas, se lanzaban gustosas al oleaje de las
lupercales, bacanales y dionisíacas bajo la convicción o creencia de
que bajo los efectos del vino, los bailes, los vejigazos y los
fuetazos con los miembros disecados de carnero y perros, más otras
actividades, la fertilidad en ellas se haría presente. Y no hay
duda, que el dios Luperco dispensaba, en tales condiciones
ambientales, abundantes milagros. Cuenta la historia que no pocos
maridos que no habían sido agraciados por sus esposas castas con un
vástago, vieron convertido su deseo en realidad gracias a la
generosidad del dios Luperco. Piénsese en San Valentín, que está muy
presente en nuestro medio, que coincide graciosamente con la fiesta
de Luperco, el 14 de febrero, día del amor y de la amistad.
No cabe
duda que el cristianismo, en todo lo que hace y manipula impone su
lúgubre sello de amargura y pesadumbre, buscando desenfrenadamente
secuestrar los vívidos colores y perfumes de la vida disponibles
para el goce individual y general, y trocarlos en ritos misteriosos
ocultos y en forma aberrada y contra natura. En lugar de la
luminosidad del sol, de la brisa, de las aguas cristalinas, impone
un insoportable color oscuro grisáceo que abruma la esperanza
ahogando el porvenir. Para el cristianismo la resurrección no es más
que el reinicio de la explotación y que el oprimido debe venerar el
supuesto carácter divino de sus verdugos. Y no estamos especulando.
Véase la carta a los romanos de Pablo de Tarso, donde se dice que
hay que someterse a la autoridad porque la autoridad, no importa
cual sea, viene de dios.
Por eso la
tradición de la celebración de la resurrección de la primavera,
después de vencer al invierno, los cristianos la superponen y
mezclan con la celebración de la pascua judía, pero sustituyendo,
con este rasgo pagano, la celebración judía del advenimiento del
Mesías que todavía esperan, pero que los cristianos dicen que el tal
Mesías ya llegó, que es el mito sincrético llamado Jesús.
El Jesús
hijo del espíritu santo, el Jesús fruto de la inmaculada concepción,
el Jesús que es el que se tiene como cristo, ése nunca ha existido
ni nunca va a existir, porque, simple y llanamente, es una invención
como es cualquier invención que llevan a cabo los estafadores para
vivir a costa de los ignorantes y de los oprimidos. El tal Jesús es,
en este sentido, un puro invento.
Ahora
bien, Jesús, el nombre de Jesús entre los judíos es como decir Pedro
o Juan entre los dominicanos, por tanto nadie puede decir que
personajes llamados Jesús no existieron entre los judíos, porque de
hacerse así se estaría cayendo en la unilateralidad. Pero, si nos
referimos a Jesús, por ejemplo, Jesús de Nazaret, ése sí es un
invento, porque no puede hablarse de Jesús de Nazaret, ubicado
dentro del contexto histórico que se hace, porque en la época en que
se establece que existió el tal Jesús de Nazaret, Nazaret ni
siquiera se había creado como poblado, puesto que Nazaret se crea en
el siglo VII u VIII de esta era.
Asimismo
tenemos, por ejemplo, la cuestión de Jesucristo. Ese es otro
invento, ésa es otra monstruosa estafa creada, precisamente, por los
cristianos paulinistas que son diferentes a los cristianos
nasareistas, y quien la hace es Pablo de Tarso, que se ubica como
primo hermano de Herodes el Antipas, quien, a su vez, nace de
Mariamna II, una de las esposas de Herodes el Grande, por lo que hay
autores que establecen, dentro de la ponderación siempre de
mitologías, que Mariamna II sería la princesa Ana, puesto que el
término maría en el hebreo equivale a princesa y, así, establecen
que Mariamna II sería la hermana de María de Magdala a quien le
atribuyen ser la verdadera madre de Jesús, el ser mitológico, y, a
su vez, el tal Jesús resultaría primo por la vía materna de Pablo de
Tarso, y resultaría, además, de familia rica y noble.
De este
modo tenemos que alrededor del tal Jesús del cristianismo paulista
lo que hay es una ensarta de mentiras y de engaños, en donde juega
un papel estelar el llamado Saulo Pablo, es decir, Pablo de Tarso,
quien es realmente el creador del cristianismo paulinista. Este,
Pablo de Tarso, es un personaje sumamente siniestro, sumamente
ambiguo, ambicioso, pero además reúne particularidades en su
personalidad que lo destacan como una persona desquiciada a
consecuencia, tal vez, por los datos que aporta la exégesis
histórica, de que era un enfermo de sífilis, y que sus contactos con
el llamado cristo, eran fruto de los ataques de epilepsia que le
daban como consecuencia de esa enfermedad de transmisión sexual,
puesto que la sífilis, en una etapa ya irreversible, produce ataques
epilépticos terribles, que hacen perder el conocimiento a la persona
y que, en ese trance, pueden alucinar y luego despertar diciendo que
vieron luces o que han viajado hasta a la Luna, si no a Marte, como
aparecen hoy centenares de personajes que dicen eso.
Real y
efectivamente, el Jesús del que hablan los católicos, del que habla
el papa, del que hablan los cardenales, del que hablan los obispos,
del que hablan los curas, que dizque estudian 12 años para ver cómo
pueden meter de contrabando toda su ensarta de disparates, igual que
los pastores evangélicos, realmente, es el fruto de un sincretismo.
Y, ¿qué es
un sincretismo? Un sincretismo es, por ejemplo: comienza por
atribuírsele a seres mitológicos que tienen tales o cuales
cualidades, como es el caso de la ciguapa, como es el caso de los
bacá, y así sucesivamente; cada quien le atribuye una cualidad a ese
ser imaginario, entonces ese ser imaginario, como ser imaginario,
existe, como invención de la mente humana, existe. Ese ser que
existe como consecuencia de las características que le atribuye la
imaginación humana, es un ser que existe por sincretismo. O sea, que
existe por la imaginación y existe porque cada quien le atribuye las
cualidades que quiere atribuirle.
De esa
manera, el Jesús de Galilea no es más que un ser sincrético,
imaginario, como puede ser Supermán, como puede ser Hércules. Son
seres imaginarios. Y la ignorancia es tan grande, que personas que
incluso deberían respetar la historia, cuando menos, usted las oye
hablando y repitiendo disparates, como que “Jesús existió en el
período de descomposición del Imperio Romano”. Esa es una tremenda
monstruosidad y una garrafal ignorancia, puesto que el Imperio
Romano se constituye 27 años antes de esta era, y por tanto si el
tal Jesucristo, el tal Jesús ése, que se dice que murió en el año 33
ó 35 de esta era, porque nadie sabe dentro de la mitología cuál es
la fecha exacta en que se le atribuye al ser mitológico haber
muerto, resulta que apenas tenía el Imperio Romano para el año 33
sesenta años, y ¿cómo se puede considerar que el Imperio Romano que
duró cinco siglos, cómo se puede considerar que a sesenta años de
haber aparecido ya es período de decadencia, de descomposición del
Imperio Romano?
Y nos
encontramos con que los cristianos dicen que “Jesús constituyó una
religión que por sus verdades se propagó por todo el mundo”. ¡Pero
hasta dónde es que vamos a llegar en esta hemorragia de ignorancia!
El
cristianismo se propagó por todo el mundo antiguo porque fue
adoptado como la religión del Imperio romano y el Imperio romano lo
propagó por todo sus territorios sometidos y lo impuso como
religión oficial a las poblaciones de esos territorios, porque el
cristianismo es la ideología del esclavismo y el esclavismo era la
forma de explotación en la que se sustentaba el Imperio Romano, por
lo que la sumisión hacia el amo que reclamaba el cristianismo
paulinista le acomodaba como anillo al dedo a dicho imperio como
ideología unificadora, sobre todo para ser impuesta sobre los
pueblos sometidos, ya que se trataba de una tradición milenaria
adaptada al imperio, y de este modo, parecía que no revestía el
carácter de religión romana imperial en particular.
Precisamente, quien crea el cristianismo paulinista es un romano.
Pablo de Tarso no fue judío, y es este señor quien constituye el
cristianismo con elementos del paganismo griego, del estoicismo,
fruto de su vinculación con Séneca a través de Filón de Alejandría
que era un filósofo neoplatónico.
Todas esas
tesis teológicas que acompañan al cristianismo paulinista son tesis
paganas de raíces principalmente griegas, helenísticas, así como
también luego, con el curso del tiempo, se le fueron agregando otros
elementos que ya no correspondían exclusivamente a la cultura
griega, sino, por ejemplo, a la cultura persa, como es el caso de
ubicar la fecha de nacimiento del ser mitológico Jesús en diciembre,
cuando realmente quien nació el 25 de diciembre, según la mitología
persa, es Mitra, el hijo del sol.
Claro, que
si referimos esto a la realidad, cabe decir ¿en qué fecha nació
Jesús? Jesús nunca nació. por tanto. no hay fecha específica, como
no hay fecha específica en que murió.
Lo de la
reiterada pasión, muerte y resurrección del cristo o sea, alias el
salvador, es un viejo mito que nunca en la realidad se produjo en
verdad, surgido en la potencia imaginativa e interpretativa de la
fantasía humana que, presa de la ignorancia, recurre a la creación
de leyendas con las que sustituye la realidad en tanto llega la
explicación hasta entonces desconocida. |