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17-01-09 Luz+Luz
Usurpada Suprema Corte pavimenta la teocracia imperante por medio
del llamado derecho divino desconociendo que el Poder del Estado
emana de la soberana voluntad del pueblo que constituye la
democracia
Hoy, cuando ya casi arribamos al
final de la primera década del siglo XXI, resulta chocante y necio
que se recurra a las ideas religiosas para explicar, comprender,
resolver o analizar los problemas, en particular, los relacionados
con el extenso campo de lo histórico-social, es decir, aquellos que
tienen que ver con el desarrollo, desenvolvimiento y evolución de
las sociedades humanas; como serían, por ejemplo, los asuntos
concernientes al Estado, a las naciones y sus vicisitudes, sean
estas económicas, culturales, militares, políticas, de
supervivencia, incluyendo los fenómenos de la justicia, el derecho,
la constitucionalidad, la democracia, la violencia social, entre
otros. Cuando la experiencia acumulada por la humanidad, que es
sintetizada o compendiada en las ciencias naturales y las ciencias
sociales, ha dejado diáfanamente demostrado y en claro que, así como
el mundo que nos rodea, con toda la diversidad infinita de
manifestaciones que tiene que es a lo que se le llama Naturaleza, no
fue creado por dios o cualquier otra cosa por el estilo, si no que
es la consecuencia de la evolución ininterrumpida de la materia;
también ha sido sin la intervención de agente alguno ajeno a la
humanidad, llámese dios, creador, inteligencia superior o como se le
quiera llamar, que el hombre ha llenado sus necesidades hasta el
presente, alcanzando, en la lucha tras ese objetivo, el desarrollo
cultural y científico que hoy tiene.
Pero lo chocante y necio se
convierte en una peligrosa conspiración en contra de la integridad
de la República Dominicana como nación independiente y soberana, así
como contra el afianzamiento en ella de un moderno Estado de Derecho
y la institucionalidad democrática a favor de la población
dominicana, cuando son los jueces que componen la Suprema Corte de
Justicia de este país, tribunal que es la máxima autoridad del Poder
Judicial, uno de los tres poderes en que se organiza el Estado,
quienes apelan a las supersticiones religiosas para sustentar sus
sentencias, como ha sucedido con el caso de aquella, evacuada por
estos jueces de la Suprema Corte de Justicia presidida por Jorge
Subero Isa, declarando legal, legítimo y constitucional el
Concordato firmado por el dictador Trujillo con la Iglesia Católica
Vaticano, Apostólica y Romana, sentencia evacuada en base al llamado
derecho canónico de la Iglesia Católica Apostólica y Romana
vaticanista, y, por tanto, en la que se descartó de plano el Derecho
positivo, es decir, el establecido por las personas, por la sociedad
y que debe obedecer a sus intereses, que ha sido la norma hasta
ahora del Derecho en este país; y, en su lugar, aplicar el Derecho
divino o natural que está, según se dice, por encima de la voluntad
de las personas y la sociedad porque responde a la voluntad de dios;
forma de proceder que es un desprecio absoluto por la población, que
constituyen las masas del pueblo dominicano, que han logrado
arrancarle a las clases explotadoras el reconocimiento, aunque sea
formal, de sus derechos como ciudadanos y seres humanos,
reconocimiento que es la esencia de lo que se llama democracia.
Dicha forma de proceder de los jueces, autoproclamados vitalicios de
esta Suprema Corte de Justicia, que es inadmisible a la luz del
principio del sometimiento a la Constitución y a su ordenamiento
jurídico, que es lo que caracteriza a todo Estado de derecho.
No se trata de un hecho
específico y aislado el de la sentencia en relación al Concordato
católico. No, los jueces de la Suprema Corte de Justicia, en su
proceder antidemocrático y absolutista-despótico, manifiesto ya
antes cuando se proclamaron ellos mismos vitalicios, se han
enfrascado en la tarea de subordinar el Derecho positivo al Derecho
divino o natural en todos los ámbitos que conciernen a la justicia
dominicana, lo cual es muy grave, pues estos jueces parapetados en
la dirección de uno de los tres poderes del Estado, lo que están es
negando el principio constitucional fundamental de la nación
dominicana de que el poder del Estado emana del pueblo, a quien
corresponde la soberanía nacional, como lo establece la Constitución
vigente en su artículo 2, y no de dios o cosas por el estilo, como
pretenden imponer, retrotrayendo a la época del salvajismo todo el
avance civilizador que la humanidad ha conquistado en este campo
hasta la fecha.
Ejemplos espeluznantes de lo que
decimos son los dos siguientes: Por un lado, las declaraciones
publicadas el día 8 de enero de este año 2009, del Procurador de la
Corte de Apelación del Departamento Judicial Este, con asiento en
Macorís del Este, funcionario que, si bien está adscrito al Poder
Ejecutivo y no es parte de la judicatura, refleja hasta dónde ha
llegado la corrupción impuesta al sistema judicial por esta Suprema
Corte de Justicia. Se trata del nombrado Ángel René Pérez García,
quien dijo, como si la sociedad humana en su conjunto no hubiese
superado el salvajismo y la barbarie dando paso a la civilización,
que “la sociedad debe libarse del flagelo de la delincuencia y el
narcotráfico educando a los niños en la fe en dios”, despreciando
olímpicamente el acerbo cultural acumulado por la humanidad que nos
dice, que para formar las presentes y futuras generaciones como
seres civilizados, corresponde que éstas sean educadas con el
criterio de que las relaciones entre los hombres en la sociedad
deben ser regidas por el apego a la Constitución y a las leyes, no a
la superstición religiosa.
El otro ejemplo es el
esperpento, porque de otra manera no se puede llamar a la apología
sobre el Derecho natural o divino, publicado en el portal de
Internet que tiene la Suprema Corte de Justicia titulada: “La
libertad religiosa en la República Dominicana”, y que esta Suprema
ha hecho suya para dar justificación a su desaprensiva conducta,
apología, que más bien es pura apologética, que no se molesta en,
por lo menos, aparentar respeto a la rigurosidad científica, y,
mucho menos, en guardar recato alguno, tergiversando y falseando los
datos en que se sustenta.
Esta postura de sobreponer el
derecho natural o divino al Derecho positivo, de parte de los jueces
de la Suprema Corte de Justicia, quienes ni siquiera pasaron por el
escrutinio del sufragio universal para ocupar esas posiciones que
pretenden detentar de forma vitalicia, como lo han instituido,
equivale, sin duda, a un acto de sedición o golpe de Estado en
contra del Estado dominicano mismo, al actuar en contra de lo fijado
en la Constitución de la República, al cometer atentado en contra de
las conquistas democráticas a favor de la población consagradas en
esta Constitución en base al Derecho positivo.
El derecho natural o divino
desconoce al pueblo como la fuente de poder del Estado, colocando en
su lugar al inexistente dios, de tal forma, que el gobierno que
consagra el derecho divino, que es el teocrático, es un régimen
intrínsecamente antidemocrático, para imponer el absolutismo y el
abuso despótico de quienes se dicen los representantes aquí, en la
Tierra, del invento ese llamado dios. En este caso, la Iglesia
Católica vaticanista Apostólica y Romana.
La adopción, por la
Suprema Corte de Justicia, del derecho natural o divino, lo que
busca es darle la legitimidad jurídica que no puede tener la
teocracia dentro del sistema republicano que rige en la nación
dominicana, pero que nos ha sido impuesta a los dominicanos por la
Iglesia Católica vaticano Apostólica y Romana con la vigencia del
ilegal, ilegitimo e inconstitucional Concordato y sus aditamentos,
el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael; y con
esta “patente de corzo” dada por la Suprema Corte de Justicia, la
Iglesia Católica, que es la única beneficiaria de ese leonino
contrato, perpetuar en el país el parasitismo sobre el Estado y la
población dominicanos, condición parasitaria que acarrea a la
población dominicana el incremento crecientes de la pobreza y la
miseria en su seno, así como la creciente violación de los más
elementales derechos del ciudadano, como lo es el de la vida, tal
cual vemos que acontece hoy día en el país, situación que podría ser
la antesala de una sangrienta dictadura, si no se le sale al paso y
se le da el frente.
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