Historia de la Evolución Biológica y
Sociológica del Hombre
Basada en el libro “Cómo el Hombre se Hizo Gigante” de Illin
y Segal
Amigos oyentes y lectores de ediciones “Luz más Luz”, vamos a dar
inicio a una sección dedicada a la historia de la evolución
biológica y sociológica de la especie humana, del Hombre, será como
una especie de biografía del ser humano. Vamos a partir, para ello,
de la obra de M. Illin, titulada “Cómo el Hombre se Hizo Gigante”,
que además de su fondo didáctico y científico, posee la sugestión
apasionante de la aventura.
Para iniciar esta biografía, para contar la vida y aventuras del
Hombre en este planeta, vamos a comenzar, como lo hacían los
biógrafos del siglo XIX, relacionándolo con sus parientes, y para
eso compartiremos con ustedes el capítulo II de la obra citada. Ese
capítulo su autor lo tituló "Nuestro Héroe y sus Parientes".
Veamos lo que Illin nos dice de nuestros parientes y de la reacción
de los humanos ante ellos.
I
“Como los novelistas de antaño diremos algo de los lejanos
antepasados de nuestro héroe, de sus parientes más cercanos, de cómo
apareció por primera vez en la Tierra, y del modo cómo aprendió a
caminar, a hablar, a pensar; de sus luchas para vivir, de sus
tristezas y alegrías, de sus victorias y derrotas.
Debemos confesar que todo esto es difícil. ¿Qué diremos de la abuela
del Hombre, de la abuela mona de quien él viene, si hace ya tanto
tiempo que desapareció y no hemos podido ver otras semejantes?
Tampoco tenemos retratos de ella, por la sencilla razón de que, como
sabemos, no hubo jamás monos dibujantes ni fotógrafos.
Nuestro encuentro con la abuela del Hombre sólo puede tener lugar en
un museo. Y aún en el museo será imposible hallarla de cuerpo
entero. Todo lo que de ella queda son unos cuantos huesos y dos
puñados de dientes, que fueron encontrados en diferentes lugares de
Africa, Asia y Europa.
Es cosa común que las abuelas se queden sin dientes. Pero resulta
curioso que ahora tengamos que enfrentarnos con dientes que se han
quedado sin abuela.
Por la época en que el Hombre ya había abandonado las selvas
tropicales y se levantaba sobre sus pies, como un verdadero ser
humano, sus parientes más próximos -los gorilas, chimpancés, los
gibones y los orangutanes- seguían siendo animales de la selva.
A los humanos les gusta poco recordar a su humilde parentela y aún
llegan a negar su parentesco. Alguna gente considera un insulto, y
hasta una calumnia, el decir que el Hombre y el chimpancé tienen una
tatarabuela común.
Hace años, en los Estados Unidos, la cuestión llegó hasta los
tribunales. Un maestro de escuela, acusado de haberse atrevido a
hablarles a sus alumnos del parentesco entre el Hombre y el mono,
fue llevado al juzgado. En la sala del juicio se reunió mucha gente.
Muchos ciudadanos respetables se echaron a la calle con brazaletes
que decían:
“NO SOMOS MONOS NI PERMITIMOS QUE SE NOS QUIERA CONVERTIR EN MONOS”
El pobre maestro de escuela, que nunca tuvo la idea de convertir a
aquellos burros en monos, se sintió confundido ante tan tremendas
acusaciones. Al escuchar el tono amenazador de las preguntas del
juez, debió pensar: “Este juez se ha vuelto loco. De esa manera lo
mismo me podría acusar y juzgar por las tablas de multiplicar”.
Pero el juicio se hizo como mandaba la ley. Después de prestar
declaraciones los testigos, se pregunto al acusado si tenía algo que
añadir. ¿Qué más podía decir? Entonces el juez leyó la sentencia:
“1ro.: “Se ha comprobado que el Hombre no desciende del mono".
2do.: “Se impone una multa de cien dólares al acusado”.
Así fue como un juez norteamericano echó por tierra la doctrina
científica del origen del hombre, según había sido explicada por
Darwin y otros hombres de ciencia.
Pero la verdad no se puede borrar con una sentencia judicial.
Si hubieran sido invitados al juicio algunos científicos, habrían
demostrado que el maestro de escuela tenía razón. Un señor juez, por
muchas leyes que conozca, si no conoce las ciencias, no puede juzgar
un asunto científico”. Las semejanzas que hay entre el Hombre y el
mono nadie las puede negar. Pero cabría preguntar ¿puede un
chimpancé transformarse en Hombre?”
Historia de la Evolución Biológica... 2
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